La fragilidad del planeta y la nuestra propia es el resultado de nuestras acciones sobre el medio ambiente. Por ello, estamos obligados a cuidarlo, para así poder prosperar en todos los sentidos.
Con esta premisa, el futuro de la construcción pasa por reducir el impacto sobre el medio ambiente y fijarse en los preceptos del desarrollo sostenible. La economía, la igualdad y el medio ambiente son los tres factores clave a tener en cuenta a la hora de plantear una edificación sostenible. Las soluciones ecológicas no se entienden sin estos tres frentes.
Una buena forma de dar vida a esos hogares donde viviremos, pero sin perjudicar al entorno que nos rodea. ¿Y cómo se logra reducir esos efectos negativos?
Buscando la eficiencia energética
El objetivo que se persigue es reducir el gasto de energía necesario para el buen funcionamiento de una casa. Es decir, se buscan condiciones bioclimáticas que puedan regular la temperatura, la humedad, el frío y el calor o el impacto del aire con la menor repercusión posible sobre el entorno.
En estos puntos, el aislamiento térmico del edificio tiene un papel esencial a la hora de aminorar el consumo de energía en la climatización y refrigeración.
Además, la orientación y el diseño exterior de la casa son también aspectos clave que influyen en términos de temperatura e iluminación.
Uso de materiales sostenibles
Los materiales utilizados en la construcción son los responsables de una parte importante del impacto ambiental de este sector.
Así, lo más acertado es elegir materiales renovables, que no tengan tóxicos o no generen residuos. Así, algunos de ellos pueden ser la piedra o la madera.
En definitiva, la construcción sostenible tiene ventajas indiscutibles como el ahorro en la factura de energía; además de abogar por nuevos modelos urbanos integrados con el entorno y respetuosos con el medio ambiente y con las personas.